Ya tarde para ir a la invitación salimos, sabíamos que llegaríamos quizás a mitad del culto, —es mejor llegar tarde que nunca—, así que abordamos nuestra camioneta, la mayoría detrás e íbamos aparentemente bien, pero a menos de ochocientos metros paso lo inesperado: el chofer al evitar caer en un hoyo hizo un ligero movimiento que produjo la caída de la joven, por suerte ella se agarro fuertemente de la puerta y se arrastro durante unos segundos —chofer detente —todos gritábamos a voces, cuando ya no pudo más se soltó mientras la camioneta iba en marcha, prácticamente me lancé y la levante, un joven que venia detrás de nosotros en un auto, rápidamente se detuvo y me ayudo a subirla en su mismo auto, la llevamos el centro médico más cercano, —gracias Dios, gracias mi Dios —en medio del dolor y el llanto la joven daba gracias a Dios.
Que bueno, ella reconoció que Dios la libró de la muerte en ese momento, y gracias a él no tubo rotura de huesos.
Desde entonces lo que se esperaba es que ella asistiera con más frecuencia a la iglesia, o por lo menos de integre más a las labores propia de un Cristiano, sin embargo eso no sucedió hasta el punto que se alejo por completo.
Cada segundo de nuestras vidas son oportunidades que el Señor nos da, Dios es agradecido de los que le obedecen y hacen su voluntad que al final hacer la voluntad de Dios nos beneficia en gran manera en nuestras vida, sin lugar a dudas nos hace mejores personas.
¿Cuantas veces Dios te ha dado otra oportunidad?
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esta muy binito, y es verdad todo lo que quisite decir.
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