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Frase del día

miércoles, 10 de marzo de 2010

El Calendario no importa /Aneudis Cuello T.

Días contados en una celda.

Me levanto al rayar el alba como cada día, y como siempre, veo el calendario que me suma un día más de estar aquí. Un día nada especial, para mi no hay feriados, ni fecha de cumpleaños. Todos los días en el calendario están de un mismo color gris.


Es que nada me importa, desde aquella tarde de sol radiante, cuando sentado en el parque una joven se tropezó con mis pies y cayo al suelo, quede pasmado por la belleza de esa fina escultura que caía, como cae una pluma al suelo.


—Perdón— le dije mientras trataba de ayudarla a levantarse, sin enojo y con dulzura me sonrió mostrando sus tiernos labios rojizos, vírgenes y deseosos de encontrar su primer beso. Mi nerviosismo se evidenció inmediatamente a sus negros ojos saltones.


—No te preocupes— fue lo único que escuche de esa joven en aquella tarde. Me quede mirándola como se mira al sol ocultase por el horizonte.


Todos los días, a la misma hora, me encontraba en el mismo banco, parecía que era de mi exclusivo uso, allí me encontraba con deseo de repetir aquel episodio que tanto me gustó. No me importaba si en otra repetida caída la bella durmiente se tropezara severamente, solo me importaba encontrarla.


Así repetía cada visita a aquel lugar que se tornada un hastío, pero no podía dejar pasar un día sin ir allí.


Una de esas tardes en la que el sol calienta el pavimento extremadamente, cansado de esperar poder ver esa imagen que casi olvido, decido abandonar la misión que me había puesto mi corazón y por vez primera camino hacia aquel horizonte donde vi perder aquella imagen, camino como aquel que está roto. Mi vaga mirada reflejaba en mi, ¡eso!, ´´un hombre roto´´.


Camino y ´´plazz´´ tropecé, y como una escultura que tiene sus brazos impedidos al movimiento caer al vacio, ¡así caí!, como una peña que es lanzada al río y salta tantas veces como pueda, todo el peso de mi cuerpo sobre mi rostro provocando en mi una densa niebla en mi visión a causa de una cantera de arena que yacían en mis ojos.


—Perdón— me dijo mientras trataba de ayudarme a levantar.


Sin decir nada quede emocionado, por aquella voz que trajo recuerdos en mi mente de aquel esperado episodio, ahora no podía ver su rostro, pero si oí su tierna voz, sentí esa delicada piel que una vez pude tocar.


—No te preocupes— le dije.


Aun tirado en el suelo y mis ojos cerrados me beso y dijo— desde aquel día, he venido cada día de mi vida a este lugar, pero tú ya no estaba—


Ese tierno beso fue interrumpido por el impacto de una bala que saliera de mí revolver calibre 38, dejando sobre mí un cuerpo sin vida que no dirá jamás ´´lo siento´´, o, ´´no te preocupes´´.


Así que todos los días me levanto al rayar el alba, y como siempre, veo el calendario que me suma un día más de estar aquí. Un día nada especial, para mi no hay feriados, ni fecha de cumpleaños y junto a los muros fríos y barrotes silenciosos que privan mi vida, cumpliré muchos años más.

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